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En momentos convulsos como se enfrentan las necesidades de financiación

jueves, 11 de junio de 2009

Grandes fortunas del mundo: Desde Suecia con amor….



En el puesto número 5 de las principales fortunas mundiales encontramos a Ingvar Kamprad, con un capital acumulado de 22000 millones de dólares según la revista Forbes.

Nacido en el sur de Suecia en 1926, fue desde sus primeros pasos un hombre con perspectiva, iniciativa y talento para los negocios. A los 17 años crea su primera empresa con el dinero que sus padres le habían dado por sus buenas notas.

Nace, y así se registra, en 1943 IKEA: las dos primeras letras por las iniciales de su nombre y apellido, y las dos últimas por los nombres de la granja en que había crecido (Elmtaryd) y el pueblo donde estaba (Agunnaryd).

Ingvar se hizo a sí mismo, vendiendo primeramente pequeños artículos como cajas de cerillas, que se vendían entre los granjeros de la zona y que entregaba en su domicilio con su bicicleta como único medio de transporte.

No tardó mucho en comprender que podía comprar cerillas muy baratas al por mayor y venderlas individualmente a un precio económico, obteniendo un margen de beneficios. El negocio fue creciendo y ampliando su mercado, vendiendo además pescado, objetos decorativos para árboles de Navidad, semillas, carteras, y posteriormente, lápices y bolígrafos.

En 1948, cinco años más tarde, comienza a vender muebles. En 1951, IKEA edita su primer catálogo de muebles y en 1953 se organiza la primera exposición de productos IKEA. El éxito de sus iniciativas fue tal que el gremio de vendedores de muebles del país comenzó a presionar a los fabricantes para que dejaran de suministrar productos a IKEA, llegando a ser excluido de las principales ferias del país. Lejos de rendirse, Ingvar Kamprad decidió enfrentarse a la crisis tomando una serie de decisiones que marcarían el futuro de lo que hoy es el grupo IKEA: Diseñar y fabricar sus propios muebles y salir al exterior, tanto para comprar la materia prima (principalmente en países asiáticos), como para inaugurar nuevos puntos de venta fuera de Suecia.

En 1986 asume el cargo de asesor y deja su imperio en manos de sus hijos. Actualmente vive en Lausana, Suiza y tiene cuatro hijos. Pese a su fortuna, su estilo de vida es sencillo y austero. No le gustan los lujos y valora la humildad y el esfuerzo.

Ingvar Kamprad es un luchador, un hombre hecho a sí mismo, y una mente privilegiada. Sólo hace falta una idea para iniciar un negocio… A veces ni siquiera ha de ser especialmente buena, pero sí es básico ser “sensible” a los cambios y necesidades del mercado, ser valiente e ingenioso.

Como ya hemos comentado en muchas ocasiones, un buen empresario ha de ser consciente de que en su trayectoria profesional tendrá que tomar decisiones, a veces duras, y que ha de tomarlas a tiempo. Personalmente no concibo que un empresario no sea arriesgado, proactivo o dinámico puesto que si pretendemos vender / prosperar / crecer… dependemos de un mercado que es de todo menos estático. Adaptarse o morir: una máxima irrefutable.

Ingvar comenzó vendiendo cerillas y las circunstancias del mercado, sus necesidades y los problemas que fue encontrándose en el camino derivaron en un cambio de orientación en su negocio. Nadie podía prever que su competencia le boicotearía, pero sobreponerse y centrarse en nuevos mercados fue la clave.

Porque no estamos exentos de que nuestra empresa sufra cualquier imprevisto , debemos estar abiertos a nuevas iniciativas, nuevos mercados, nuevos proyectos… debemos ser empresarios valientes y sortear los obstáculos con la dignidad de aquel que se lleva la tranquilidad de haber hecho todo lo posible por salir a flote.

Estefanía Castro

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